La noción milenaria del binarismo de género, que es claramente ideológica y no corresponde a la realidad objetiva, debe sustituirse por un no-binarismo realista, que puede expresarse como conjuntos difusos de género, formados por afirmaciones personales de identidades difusas. Una identidad difusa no se define por un sí o no, sino por un más o menos, desarrollado según una lógica informal o difusa.
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sábado, 29 de mayo de 2010

¿Qué es un macho? ¿Qué es una hembra?

Por Pablo Vergara

En estos días me están “obligando” a hacer una reflexión profunda sobre el sistema sexo-genérico. Para mí es muy fácil cerrar los ojos y decir “mi biología no tiene importancia”, o, como dijo Simone de Beauvoir “la biología no es destino”. Sí, mi cuerpo tiene unas características determinadas ¿Y qué pasa con ello? No le hago caso, eso no vale, lo que vale es el cerebro, los procesos de pensamiento, la lógica, los sentimientos. Puedo cerrar los ojos y no pensar más en ello. Simplemente.

Sin embargo, en el proceso de reflexión que se está viviendo dentro de la casa, me he encontrado con personas que dicen que la realidad sexo-genérica es algo que está ahí, que no se puede ignorar, que de algún modo nos condiciona, y no es una teoría o algo abstracto. La realidad de las diferencias entre machos y hembras es evidente, real, igual que también son evidentes las realidades intersex, que con su mera existencia invalidan la afirmación de que la humanidad está dividida únicamente entre hombres y mujeres.
Pensar sobre esto también me ha llevado a reconocerme como biologicista en otro punto. Soy biologicista porque me hormono. Necesito construir mi cuerpo dentro de una biología masculina para sentirme bien y tranquilo conmigo mismo, y en ese camino no me importa jugarme la salud, el dinero, el tiempo o la paciencia. Necesito que mi biología se acerque lo máximo posible a mi identidad de género. En parte por eso me hace daño aceptar el término “hembro”, que se utiliza en este proceso.

Me han hecho ver, también, que la postura de negarse a atender a la biología es biologicista, desde el punto de vista en que uno evita tratar los puntos de debate relacionados con la biología con la sentencia absoluta de “eso no tiene importancia”. Decir que la biología no tiene importancia por ser biología es tan determinante como decir que las hembras tienen que ser mujeres por ser hembras. Hace falta profundizar más.

Un amigo, que ha leído mucho más que yo sobre el tema, sostiene que la concepción de “macho”, “hembra” o “intersex” es una construcción cultural que se ha hecho a partir de la evolución de la medicina. Para ello suele apoyarse, entre otras obras, en “La construcción del sexo”, de Laqueur, que muestra como las representaciones de las diferencias sexuales entre hombre y mujer han ido variando en función de la ideología de la época, pasando de un modelo “unisexo”, en el que se consideraba que el cuerpo del hombre y el de la mujer eran iguales en materia (con fluidos parecidos, como la sangre, orina, leche, semen), y que sólo una diferencia metafísica hacía que las mujeres se desarrollasen de manera imperfecta en relación al desarrollo del cuerpo del hombre, que sí que era perfecto, hasta el modelo de dos sexos que es el que tenemos ahora, que diferencia, no sólo la forma de los genitales, sino el organismo entero.

De modo que el sexo, que nosotros damos como algo “natural”, “inevitable”, “de nacimiento”, es en realidad otro sistema de representación cultural. Él me lo explica, y también me lo explica la teoría queer, pero a la hora de la verdad, cuando yo intento explicarlo aquí, no soy capaz. Quizá me vendría bien leer algo más sobre el tema, porque al final siempre me doy de boca contra la evidencia de que, lo mires como lo mires, la diferencia física existe. Ya puedes decir que es un solo sexo que se desarrolla de manera más o menos perfecta, o que son dos sexos totalmente diferenciados… la gente puede estirar el dedo índice y señalar que somos distintos, como si jugásemos a un pasatiempo de “las siete diferencias”.

Así que tengo que reflexionar un poco más. Intuitivamente, desde mi desconocimiento del trabajo que han hecho otros autores, siento que la construcción del sexo no es tan real ni tan firme como me han dicho, pero lo cierto es que mi razón no es capaz de darme explicaciones lógicas que resulten convincentes. Y no puedo hacer caso simplemente a mi intuición, porque es evidente que el deseo profundo que albergo en mi corazón es huir de mi biología hacia una biología de macho. Tengo que fundamentarme bien.

Hay que empezar por el principio. ¿Qué es una hembra? ¿Qué es un macho? Es muy diferente preguntarse esto a preguntarse qué es un hombre o una mujer. Hoy en día, la medicina, cuando trata de evaluar la intersexualidad de una persona, atiende a tres características: cromosómica, genital y hormonal. Sin embargo, cuando se habla de hombres y mujeres, se atiende a siete características (más o menos una), que son: cromosómica, genital, morfológica, gonadal, hormonal, psicológica y psicosocial.

Imagino que los médicos deben considerar que tener en cuenta el criterio morfológico en los “diagnósticos” de intersexualidad es irrelevante porque la intersexualidad es “de nacimiento”, es decir, está presenté en el bebé recién nacido, y en ese aspecto la morfología de todos los bebés es igual. Sin embargo, las hormonas sexuales de todos los bebés también son iguales… O quizá la referencia a la morfología se omite porque se supone que “de forma natural” a unas hormonas dadas corresponde una morfología dada. O vaya usted a saber. Teniendo en cuenta lo interesante que es la morfología de las personas intersex más allá de la forma de sus genitales (que no siempre son ambiguos), me parece un descuido imperdonable omitir este criterio, que sin embargo sí se tiene en cuenta para hombres y mujeres. Como nuestra cultura no proporciona ningún género ligado a lo intersex, las características psicológica y psicosocial no se tienen en cuenta.

Tampoco debería tenerlas en cuenta yo, si quiero intentar entender qué es un macho o una hembra. Hagamos como que no hay ningún género asignado a estos conceptos, o será imposible distinguir entre hembra/macho y hombre/mujer.

La hembra normal suele ser una persona que tiene sus cromosomas sexuales XX, genitales claramente femeninos, hormonas femeninas, y morfología de mujer. Con el macho normal pasa lo mismo: todo coincide. El resto de combinaciones se ha designado como “intersex”.

El universo intersex se convierte entonces en algo fascinante, mucho más que los limitados conceptos de “macho” y “hembra”. Puede darse una persona con cromosomas XY, genitales femeninos, gónadas masculinas (internas) y morfología femenina. Puede darse una persona con cromosomas XX, sin vagina y con un clítoris hipertrofiado, que daría lugar a unos genitales parecidos a los masculinos, con gónadas femeninas, hormonas femeninas y morfología femenina. Pueden existir personas intersexuales con cromosomas XXY, XXXY, con o sin ambigüedad sexual, con o sin ambigüedad gonadal, con o sin ambigüedad morfológica, con o sin ambigüedad hormonal…

¿Y yo que soy? Tengo los cromosomas XX, y mis genitales son femeninos (aunque con un clítoris cada vez más hipertrofiado, que se asemeja a un pequeño pene y funciona de manera similar), tengo gónadas femeninas, pero mis hormonas probablemente ya son sólo masculinas (los andrógenos inhiben la producción de estrógenos, y hace meses que no menstruo), y mi morfología es más femenina que masculina, pero empiezo a desarrollar rasgos masculinos, como la voz más grave, el vello facial, mayor masa muscular, redistribución de la grasa corporal… eso sin contar con que mi altura y complexión físicas son grandes para mujer, y normales para hombre, especialmente ahora que estoy en Ecuador. Reúno en mí características de ambos sexos. ¿Soy intersex?

La respuesta es que no, porque la intersexualidad es una característica adscrita sólo al nacimiento. Uno puede “crearse” hombre o mujer, pero no puede crearse macho o hembra, igual que no puede crearse intersex. Intersex es una condición sexual.

¿Qué sería un hombre transexual que se hubiese hormonado durante años, se hubiese extirpado sus órganos reproductores y se hubiese sometido a una faloplastia o metaidoioplastia? Cromosomas XX, genitales masculinos, hormonas masculinas, gónadas inexistentes y morfología masculina. ¿Se le puede seguir considerando “hembra” en base a que conserva los cromosomas XX? Entonces ¿habría que considerar macho a la persona XY que teniendo una insensibilidad natural a los andrógenos se desarrolla en un fenotipo femenino? Ah, no, estas personas son intersex.

El sexo, pues, está ligado al momento del nacimiento. En más de una ocasión he leído “se puede cambiar (o reasignar) el género, pero no el sexo”. Porque el sexo es un sello de nacimiento. El sexo son las características que uno tiene al nacer, y de nada sirve que a lo largo de la vida de una persona, esa persona vaya cambiando las características “sexuales”. Siempre quedará un rescoldo, un vestigio, algo de lo que no se pudo deshacer, algo que no pudo conseguir, ya sea un código genético determinado, o la imposibilidad de desarrollar gónadas de una determinada clase. A eso nos agarraremos para seguir diciendo “eres hembra, igual que cuando naciste”.
De este modo, el sexo está adscrito a la persona desde el nacimiento, porque culturalmente no se permite el cambio. La tecnología y los avances médicos y quirúrgicos no pueden convertir a una hembra 100% en un macho 100%, pero si pueden convertirnos en intersex, en personas que tienen partes femeninas y partes masculinas. Desde este punto de vista, el cambio de sexo sería real. Sin embargo, esto es algo no permitido, pues el acceso a la intersexualidad, como ya he indicado, es un privilegio de nacimiento.

Esto es también un hecho cultural. Posiblemente en una cultura distinta, o en un planeta alienígena se podría eliminar la existencia de la intersexualidad flexibilizando los conceptos de “macho” y “hembra”, y adscribiendo a las personas intersexuales en una de esas dos categorías, en función, por ejemplo, de a qué sexo se pareciesen más (de hecho, así suele ser como se adscribe a los intersex en un género u otro). En esa cultura más flexible, podría ser posible cambiar de sexo cuando las características de la persona se pareciesen más a un sexo que al otro, siempre que se considerase que las características “construidas” son tan válidas como las “de nacimiento”.


Nuestra cultura no es así. Como si fuésemos un automóvil que sale de la fábrica con un número de bastidor, número que permanece inmutable a pesar de todos los cambios que se hagan en el coche, a nosotros al nacer se nos asigna un sexo, que, por cierto, depende tan solo de la forma de nuestros genitales (lo cual puede mover a error en algunos casos, pero de eso no se habla). Ese sexo es nuestro número de bastidor. No importa que con el paso del tiempo ya no quede más que una o dos características que justifiquen la asignación a ese sexo, lo que importa es que fue el que se nos asignó al nacer, grabado a fuego, imposible de cambiar. El sexo se considera algo natural, es más… es nuestra naturaleza. Y lo natural no puede ser cambiado por el ser humano, porque sólo lo puede cambiar Dios. La Ley de la Naturaleza está por encima de nuestras posibilidades.

Los seres humanos, que hace ya millones de años que dejamos de estar atados a la naturaleza, insistimos en creernos ligados a la naturaleza en tan sólo dos aspectos: el nacimiento y la muerte. Lo que es “de nacimiento” no se puede cambiar, es natural. La muerte también se considera algo natural… como si hoy en día no dispusiésemos de tratamientos médicos que logran prolongar nuestras vidas mucho más allá de los dictámenes de la naturaleza.

La muerte existe, y las diferencias morfológicas también, pero ya no son tan naturales como antaño. Igualmente, los kilómetros siguen teniendo la misma longitud que antaño, pero lo que antes eran distancias casi insalvables, hoy gracias a la tecnología, se pueden recorrer en sólo unas horas. El mundo es ahora del mismo tamaño que era en el S. XVIII, pero los aviones, los trenes de alta velocidad, e incluso los motores de los automóviles y las carreteras asfaltadas, tan lisas, lo han vuelto mucho más pequeño.

¿Y cómo influye el sexo en la persona? ¿Yo sería diferente si en el día
de mi nacimiento los médicos hubiesen dicho “es niño”? Sin duda lo sería. Mi biografía sería totalmente distinta. En realidad, ni siquiera sería yo… Pero también sería diferente si en lugar de nacer en España hubiese nacido en Afganistán, o en Canadá, o en Australia, o en Japón…

Una amiga dice que en realidad quienes somos es un diálogo entre la biología y la biografía. No podemos poner todo el peso en la biología, porque entonces seríamos solo machos o hembras, y punto. No podemos poner todo el peso en la biografía, porque entonces seríamos ángeles, espíritus incorpóreos… Nos vemos obligados a mantener un diálogo constante entre nuestro cuerpo y nuestra mente, y esto no es sólo válido para las personas transexuales, sino para todos. Para las personas que, llegada una cierta edad, siguen sintiendo su mente viva y ágil como siempre, pero su cuerpo torpe y dolorido. Para las personas que son bellas por dentro y poco atractivas por fuera. Para el auxiliar de contabilidad que en sus ratos libres practica deportes de aventura y ha visto paisajes con los que otros tan solo sueñan.

Hay otro factor que hoy me ha hecho ver un amigo de aquí, que es el del “palimpsesto”. El palimpsesto es una la práctica que se llevaba a cabo en la edad media, y que consistía en borrar los textos de los libros y escribir otras cosas sobre ellos. Mi amigo hace una analogía entre el palimpsesto literario y la forma en que los demás escriben y reescriben sobre nosotros ciertas cosas que nos configuran. Las trenzas que mi madre me hacía en mi infancia, la admiración que sentía por mi abuelo, la forma de comer, las tradiciones familiares, la presión de mis compañeros de clase, el amor hacia las personas que me querían como chica, la diferente forma de tratar a hombres y mujeres, que me iba dibujando por debajo de la piel surcos que nadie veía, el combate interno librado constantemente en mi mente, y el decir al final “pues no”.


De modo que el diálogo entre la biología y la biografía no incluye sólo la forma de nuestro cuerpo, nuestras preferencias y nuestras decisiones, sino lo que otros han hecho de nosotros, de forma consciente o inconsciente. Y esas letras que otros han dibujado sobre nuestros cuerpos dependen en mucho de nuestra biología.

La biología influye sobre nuestra autopercepción, y también sobre la percepción que los demás tienen sobre nosotros. La percepción de los demás influye también sobre nosotros. Nuestras decisiones influyen sobre nuestra biología. Tal vez, tratar de investigar qué parte influye cómo en nosotros mismos es un planteamiento erróneo. Quizá debemos considerarnos, más bien, como un ecosistema, en el que un pequeño cambio varía el todo, y donde no hay una parte más importante que otra, aunque a primera vista parezca que sí. De este modo, si queremos comprendernos a nosotros mismos, no habrá que partir desde el biologicismo o el no biologicismo, sino desde un ecologismo bien entendido.

viernes, 28 de mayo de 2010

Encuentro TILGB en Guayaquil, Ecuador

Encuentro académico TILGB "Fobias a las diversidades sexuales" en Guayaquil, Ecuador, con motivo del Día Internacional por la Homofobia y Transfobia, 17 de mayo de 2010, con Pascal Hannoun y Jorge Santana, activistas transmasculino e intersex del Proyecto Transgénero, Quito.

Más información en: www.proyecto-transgenero.org y www.generofluido.wordpress.com

Pascal Hannoun






Jorge Santana



Precisión lingüística

Por Kim Pérez

Los antiguos comenzaban sus estudios definiendo exactamente las palabras más significativas que iban a usar. Aunque no se estuviera de acuerdo con la definición, aquello era un magnífico medio para entender bien lo que querían decir y no perderse.

Me he dado cuenta de que el par de expresiones binarismo/ no-binarismo (sexogenérico), requiere esa clase de esfuerzo de precisión lingüística.

Cuando decimos binarismo sexogenérico, nos referimos habitualmente a la idea de que sólo existen dos sexogéneros, hombre y mujer, muy definidos y diferenciados. (Muchos, más o menos definidos, sentirán o sentiréis, al llegar a este punto, una especie de comezón: “¿Es que no es así?”)
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Añadamos algo. Esta idea implica una normativa: a) Los hombres deben ser masculinos y las mujeres femeninas; b) Los hombres deben ser amantes de las mujeres y las mujeres amantes de los hombres; c) Las realidades diferentes tanto corporales, como de identidad u orientación deben ser subsumidas en una de esas dos.

En resumen, dentro de los esquemas binaristas, todo se agrupa dentro de dos conjuntos y sólo de dos. Estos dos conjuntos se entienden cerrados mutuamente, sin intersecciones, y perfectamente diferenciados en los ámbitos anatómico, identitario y del deseo, como envueltos por una membrana que sea más bien una coraza. Las personas que no se ajusten de hecho a ellos, deben integrarse sin ambigüedad alguna en uno de ellos, y si no lo hacen, serán castigadas.

Esta realidad de varios planos (anatómico, pulsional e identitario) se organiza por tanto siempre en dos sexogéneros, y por eso se habla de binarismo sexogenérico. Esta idea está suficientemente clara en el discurso verbal. Sin embargo, cuando se pretende extremar la abstracción hasta llegar a expresarla matemáticamente, nos encontramos con algunas dificultades que trato a continuación de explicar.

El dos del discurso verbal no es exactamente el dos matemático. El dos verbal se refiere a dos conjuntos cerrados, A y B. El dos matemático se refiere a la forma en que se integran los conjuntos cerrados en general, que es mediante un “sí/no” o un “1/0”, como en los organigramas informáticos.

O sea, mientras que en el binarismo verbal, “si no eres hombre, eres mujer”, en el binarismo expresado matemáticamente el planteamiento es simplemente “eres hombre o no” o “eres mujer o no”.

Entonces, hay que precisar que la expresión matemática del binarismo sexogenérico indica sólo cómo se forman los dos conjuntos que reconoce el binarismo discursivo; y este binarismo matemático, de cierre en redondo mediante el “si/no” o el “1/0”, se aplicaría incluso si el discurso predominante, en vez de reconocer sólo dos conjuntos cerrados, reconociera tres, o cuatro, o los que fueren.

Cuando hablamos, discursivamente, de que la realidad sexogenérica humana está formada por conjuntos abiertos, difusos, intersectables, me parece que estamos más cerca de la expresión matemática de la teoría de los conjuntos difusos formados por un “más/menos”.

Si nuestro análisis de la realidad reconoce la existencia de “n” conjuntos difusos de género, cada uno de ellos formados por un “más/menos”, como “más o menos hombre”, “más o menos mujer”, “más o menos intersex”, etcétera, cada uno de los cuales admite a la vez múltiples intersecciones o elementos compartidos en grados diferentes con otros conjuntos difusos, me parece que estamos bastante cerca de la expresión matemática.

Aventuro, o mejor me pregunto, si esta mayor coherencia de la teoría de conjuntos difusos de género con la expresión matemática, se deberá a su mayor cercanía con la realidad.

Conviene ver también que con la teoría de los conjuntos difusos de género estamos usando sólo una de las muchas expresiones matemáticas posibles, que pueden ser extremadamente finas.

Un conjunto difuso matemático se puede denominar según una realidad cualquiera que se pueda expresar en términos de más/menos. Por ejemplo, en el campo del sexogénero puede haber un conjunto difuso denominado por el desarrollo, en más o menos, del órgano clitorideopeniano; otro puede establecerse sobre el desarrollo, en más o menos, de las mamas, que como el anterior son órganos comunes a todos los seres humanos; en cambio, no puede haber conjuntos difusos sobre los grupos cromosómicos XX, XY, X0, etcétera, porque éstos no admiten más o menos, sino sí o no.

Pero teniendo en cuenta que hay personas XY que nacen con vulva y desarrollan pechos, nos damos cuenta de que es imposible, a partir de cualquiera de esas características, definir el conjunto difuso “hombres” o el conjunto difuso “mujeres”, que se constituye finalmente sobre identidades, que incluyen notoriamente a muchos trans masculinos y a muchas trans femeninas, mientras que otras muchas personas trans prefieren incluirse dentro de conjuntos difusos como “intersex”, “ambiguos” o cualquier otro.

Dicho esto, también debo aludir a otra precisión lingüística. Desde que empezó la reflexión sobre los conjuntos difusos de género, veo una tendencia, más bien divertida, a hablar de personas “difusas” en el sentido de ambiguas.

Es conveniente recordar que, como dice una amiga mía, “los conjuntos son difusos, pero no las personas”. Es decir, una persona es siempre definidísima en su manera de ser, aunque en todos los casos, se puede integrar en un conjunto difuso o en varios cuyos integrantes participan en más o menos de la cualidad que le da nombre. Con otras palabras, se puede ser definidamente hombre, o definidamente ambigua, y estar en sendos conjuntos difusos o en ambos.

Pero a la vez, llamar “difusa” a una persona en el sentido de ambigua en cualquier aspecto, es una manera de reconocer la existencia, junto a lo conjuntos de hombres y mujeres, tan drásticamente binarizados hasta ahora, de otros seres humanos que no nos identificamos dentro de ellos.

lunes, 24 de mayo de 2010

miércoles, 19 de mayo de 2010

Declaración de la Red por la Despatologización Trans, mayo de 2010

15 de mayo de 2010

DECLARACIÓN:

POR LA DESPATOLOGIZACIÓN DE LA LEY 3/2007 Y LOS DERECHOS SANITARIOS TRANS


En los últimos meses, en el contexto español se han publicado varias declaraciones relacionadas con la despatologización de la transexualidad.

El 14 de mayo de 2010, con motivo del Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia, el Consejo de Ministros aprobó un acuerdo en el que el Gobierno español se compromete a solicitar a la OMS la eliminación de la transexualidad de la CIE (Clasificación estadística internacional de enfermedades y otros problemas de salud). Con este acuerdo, se adelanta al debate previsto en el Congreso de Diputados de una Proposición No de Ley presentada el 5 de mayo de 2010 por el Grupo Parlamentario Socialista que incluía, aparte de la petición de que el Gobierno activara las gestiones oportunas ante la OMS para que la transexualidad deje de ser considerada como enfermedad mental, la realización de una solicitud correspondiente a la APA (American Psychiatric Association) respecto a la descatalogización de la transexualidad de la próxima edición del DSM.
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Este acuerdo fue precedido por dos declaraciones del Congreso de los Diputados relacionadas con los derechos trans que dieron respuesta a sendas preguntas realizadas por el diputado Joan Herrera del Grupo Parlamentario de ERC-CIU-ICV. La primera pregunta del diputado se refería a la opinión del Gobierno sobre la catalogización de la transexualidad como trastorno mental. El Congreso de los Diputados publicó, con fecha de 15 de marzo de 2010, la siguiente respuesta: “El Gobierno español comparte la necesidad de descatalogar la transexualidad como un trastorno mental”.

En la segunda pregunta, el diputado pidió información sobre los resultados del estudio sobre la adecuación del requisito de tratamiento médico de dos años en la actual Ley 3/2007 de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. El Gobierno español se había comprometido a dicho estudio en respuesta a una Proposición No de Ley aprobada el 30 de junio de 2008 que proponía la supresión del requisito de hormonación en la Ley 3/2007. El Congreso de los Diputados respondió con fecha de 23 de marzo de 2010 que los resultados del nombrado estudio comprueban que “no se puede concluir con un tiempo concreto de mantenimiento de la hormonación para la rectificación registral del sexo”.

Desde la Red Estatal por la Despatologización de las Identidades Trans, valoramos estas declaraciones como un posible paso para adelante en el reconocimiento de los derechos de las personas trans. A la vez, nos gustaría señalar que la puesta en práctica de estas declaraciones de interés requiere cambios en la legislación y en la práctica sanitaria actual, en el sentido de una abolición de los requisitos patologizantes presentes en la Ley 3/2007 y de un cambio del modelo de atención del proceso de reasignación de género.

Además, nos gustaría señalar que la situación legal y sanitaria actual de las personas trans en el Estado español no sólo se encuentra en contradicción con las declaraciones recientes del Gobierno, sino también con declaraciones internacionales de Derechos Humanos, entre ellas los Principios de Yogyakarta (2007), el Informe temático “Derechos humanos e identidad de género” del Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa (2009) y la reciente Resolución 1728 (2010) sobre discriminación por razones de orientación sexual e identidad de género, adoptada el 29 de abril de 2010 por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, organismo del que España es estado miembro.

En estas declaraciones se señala que los requisitos obligatorios presentes en las legislaciones actuales atentan contra el derecho a la integridad física y se afirma que el derecho al reconocimiento legal del género no debería ser restringido por ningún procedimiento médico obligatorio. En este sentido, en la recién adoptada Resolución 1728, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa hace una llamada a sus estados miembros a garantizar el derecho de las personas transgénero a documentos que reflejen su identidad de género preferida sin requisitos obligatorios como la esterilización, cirugía de reasignación de género o terapia hormonal.

Además, los tres documentos hacen hincapié en el derecho a un acceso libre e igualitario a una atención sanitaria de calidad para las personas trans, tanto respecto al proceso de reasignación de género como en otras áreas sanitarias. El Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa cuestiona la clasificación de la transexualidad como enfermedad mental declarando que “Desde una perspectiva de derechos humanos y de la asistencia sanitaria, no es necesario que se realice ningún diagnóstico de trastorno mental para dar acceso al tratamiento de una situación que requiere asistencia médica.” (Hammarberg 2009: 12). Asimismo, recomienda que los cambios jurídicos y sanitarios relacionados con los derechos trans se realicen con la participación de grupos y organizaciones trans.

Actualmente, el Gobierno Español incumple en diferentes aspectos con los principios que establecen las declaraciones internacionales citadas, así como con sus propias declaraciones de interés:

•La actual Ley 3/2007 requiere un diagnóstico de disforia de género y dos años de tratamiento médico para la rectificación registral del nombre y sexo. En este aspecto, incumple la recomendación de posibilitar un reconocimiento legal del nombre y género sin requisitos de procedimientos médicos obligatorios, nombrada en las declaraciones internacionales de derechos humanos citadas, entre ellas la reciente Resolución de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Tal como indica la respuesta del Gobierno Español del 23 de marzo de 2010, los resultados de su estudio no sostienen el mantenimiento del requisito de tratamiento médico establecido por la Ley 3/2007. Además, el requisito de diagnóstico de disforia de género se encuentra en contradicción con la postura actual del gobierno de apoyo a la descatalogización de la transexualidad como enfermedad mental, así como la Proposición No de Ley presentada por el Grupo Parlamentario Socialista.

•Actualmente, el proceso de reasignación de género está excluido del catálogo de prestaciones del Sistema Nacional de Salud, quedando relegado a la responsabilidad de las Comunidades Autónomas. De momento, no todas las Comunidades Autónomas incluyen el proceso de reasignación de género en sus prestaciones sanitarias, creando una situación de desigualdad en el acceso a este tratamiento. Esta situación incumple con la recomendación expresada en las declaraciones internacionales revisadas que recomiendan una cobertura sanitaria pública e igualitaria del proceso de reasignación de género.

•El protocolo establecido en las “Unidades de Trastorno de Identidad de Género” limita el acceso a la hormonación y cirugía de reasignación de género a un diagnóstico psiquiátrico, sin permitir a las personas interesadas una participación en el proceso de decisión sobre la modificación corporal, en contradicción con las declaraciones internacionales de derechos humanos nombradas. También en este punto se puede observar una incoherencia entre la postura actual del gobierno a favor de la descatalogización de la transexualidad como enfermedad mental y la práctica clínica aún vigente de evaluación psiquiátrica de las identidades de género trans.

Por estas razones, pedimos al gobierno ser consecuente con sus propias declaraciones de intención y cumplir con las recomendaciones establecidas por organismos internacionales.

Demandamos:

1. La puesta en práctica del compromiso adquirido por el Gobierno español de solicitar a la OMS la desclasificación de la transexualidad de la CIE, incluyendo una información transparente y públicamente accesible sobre el proceso de solicitud y las respuestas de la OMS.

2. La realización de una solicitud equivalente del Gobierno español dirigida a la APA (American Psychiatric Association), con el objetivo de demandar la descatalogización de la transexualidad de la próxima edición del DSM.

3. La modificación de la Ley 3/2007, a través de la supresión del requisito de diagnóstico de disforia de género y del requisito de tratamiento médico de al menos dos años (artículo 4), así como la abolición de la prohibición de nombres que “induzcan al error en cuanto al sexo”, establecida en la Disposición Final Segunda de la Ley 3/2007 que reafirma, en este punto, el requisito establecido en la Ley de Registro Civil, de 8 de junio de 1957.

4. La inclusión del proceso de reasignación de género en el catálogo de prestaciones del Sistema Nacional de Salud.

5. El establecimiento de un protocolo de atención no patologizante del proceso de reasignación de género, sustituyendo el requisito de diagnóstico psiquiátrico que actualmente regula el acceso a la hormonación y cirugía de reasignación de género por un proceso de asesoramiento, decisión compartida y consentimiento informado.

6. La participación del movimiento trans en la elaboración de la propuesta de modificación de la Ley y de un protocolo sanitario del proceso de reasignación del género.

Red Estatal por la Despatologización de las Identidades Trans, mayo de 2010.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Convocatorias STP-2012


STOP TRANS PATHOLOGIZATION

Manifestación Internacional de Lucha Trans-Intersex


Sábado 5 de junio del 2010 a las 19h
En Pl. Universitat- Metro L1 y L2- BARCELONA (Estado Español)
Organiza:
Red Internacional por la Despatologización Trans
Convoca: Trans-Block, Xarxa d’Acció Trans-Intersex de BCN


El próximo mes de junio, la ciudad de Barcelona acogerá diversos acontecimientos de especial relevancia para las personas trans a nivel mundial.

El día 2 de junio a las 20h en el Espai Francesca Bonnemaison, c/ Sant Pere més Baix, 7 (Barcelona) se presentará oficialmente el primer libro en castellano sobre despatologización trans titulado "El género desordenado: Críticas en torno a la patologización de la transexualidad" editado por Miquel Missé y Gerard Coll-Planas y publicado por EGALES.




Los días 4 y 5 de junio tendrá lugar en la ciudad el Congreso Internacional sobre Identidad de Género y Derechos Humanos
(más información en http://www.congenid.org/).



El sábado 5 de junio a las 19h tendrá lugar una marcha internacional de visibilidad trans e intersex organizada por la Red Internacional por la Despatologización Trans y bajo el lema STOP TRANS PATHOLOGIZATION
(http://www.stp2012.info/)

Os esperamos a tod@s en las calles, una vez más, la Resistencia Trans!


miércoles, 5 de mayo de 2010

Lo que estoy aprendiendo sobre feminismo

Por Pablo Vergara Pérez
Siempre había leido las teorías feministas desde fuera, especialmente las que venían de los movimientos queer y cyborg, y, en mis cortas luces, me parecía entender que presentaba un feminismo no binario, en el que el género carecía de sentido por considerarse como una performance, una actitud impuesta desde fuera por el heteropatriarcado, a la que tod*s estábamos sometid*s.

Debe haber algo que no entendí bien, porque, al introducirme en los movimientos feministas, me causó un inmenso estupor comprobar que el género se convertía en un factor primordial, hasta el punto de que la participación de los hombres se cuestionaba e incluso era prohibida.

El hecho de que se cuestione la participación de los hombres en los espacios feministas, pero en cambio sí se permitiese la participación de hombres transexuales, llegó a parecerme incluso insultante y tranfóbica. Es como decir que nosotros, en el fondo, no somos hombres auténticos.

Me explicaron muchos argumentos para defender la exclusión de hombres en los espacios feministas: el feminismo como lucha “hombres contra mujeres”, la creación de espacios de seguridad, la existencia de puntos en común entre personas que alguna vez hemos sido socializadas como mujeres… Pero en el fondo, yo siempre he visto que esta actitud es sexista.
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En España las personas se encajonan en cajones aún más estrechos que “hombre” o “mujer”. Las teorías queer hablan de “maricas”, “bolleras”, “trans”, y una miriada de categorías más, totalmente específicas, que ya no sólo incluyen el sexo, sino una serie de condiciones extra, como la orientación sexual, o la actitud más o menos masculina/femenina, en relación al sexo biológico de partida.

Lo que yo veo en esa forma de pensar, es una actitud que imita y amplifica los esquemas del heteropatriarcado. El heteropatriarcado hace dos grupos, hombre y mujer, y dice “los hombres son los mejores”. El movimiento queer no hace sólo dos grupos ¡¡hace decenas!! Aún más estrechos que los otros dos, y dice “las mujeres lesbianas son las mejores”. Tras esta forma de hacer las cosas se esconde exactamente el mismo esquema, la misma forma de pensar, el mismo sexismo subyugador, la misma voluntad de dominar. En el heteropatriarcado, el hombre domina a la mujer, pero ambos están dominados por el género. En el feminismo, la mujer expulsa al hombre heterosexual de sus espacios, y al mismo tiempo, ella está sujeta a sus nuevas convenciones sobre el género.

Yendo aún más lejos, me atrevería a decir que probablemente algunas mujeres lesbianas queer tal vez se sentirían más felices viviendo como hombres transexuales, y no se atreven a dar el paso porque eso supone una transgresión de género que las colocaría automáticamente en el bando enemigo, es decir, en el de los hombres heterosexuales. Eso es tan triste como el caso de las personas trans que no nos hemos atrevido a transitar en nuestro género por la discriminación impuesta por el heteropatriarcado.

Aquí en Ecuador las cosas se ven de manera distinta. No llevo ni dos semanas, pero ya he aprendido varias lecciones. Una de ellas es que la verdadera subversión del heteropatriarcado es que en un mismo espacio de activismo puedan convivir todos los géneros, conocidos e inventados sobre la marcha. Biohombres, biomujeres, trans masculinos y trans femeninas, bigéneros, extrasexuales, andróginos, heterosexuales, bisexuales, “dos-elevado-a-la-séptima-potencia-sexuales” (eso soy yo). Tod*s nosotros chocando l*s un*s con los otr*s, pero tratando de descubrir en qué diferimos, en que somos similares.

La experiencia de la casa trans, un lugar en el que ahora mismo se reune toda esa diversidad que he comentado, está sirviendo para que personas que rechazaban de plano la masculinidad aprendan a reconciliarse con ella, y para que personas con un punto de vista totalmente heteronormativo exploren en su interior y descubran de donde viene su manera de ver las cosas, comprendan el dolor que puede causar, y empiecen a cambiar desde el interior, desde sus propias vivencias. Sirve para que los que nos creíamos no-machistas descubramos las actitudes machistas que aún tenemos, y para que los que nos creemos muy transgresores y modernos comprendamos lo soberbios que podemos llegar a ser, presumiendo de lo maravillosas y liberadas que son nuestras actitudes ante quienes son más conservadores, sin reparar en que estamos faltandoles al respeto tanto como los conservadores a veces nos faltan al respeto a nosotros cuando critican nuestra forma de vida.

Todas estas cosas no se aprenden en un espacio donde el sujeto político “lesbiana” sea el único que exista. Hay que sentirse orgullos* de lo que cada un* es, y celebrarlo a diario, pero también hay que estar en una constante revisión de nuestros actos, porque tod*s… tod*s nosotr*s hemos nacido en una sociedad con unos patrones determinados de los que es muy difícil salir. Imposible en realidad.El modelo de segregación por sexo/género/orientación sexual, es imitador de los patrones del heteropatriarcado. Lo que es peor, me parece peligroso, puesto que provoca una fuerte miopía que no nos permite ver más allá de nuestras narices, y el orgullo puede llegar a convertirse en vanidad que nos impide aprender de los demás.Conocer la masculinidad y la feminidad, y lograr encontrar lugares donde amb*s convivan en armonía es la auténtica subversión del sistema heteropatriarcal… Eso es Transfeminismo. Y eso es lo que estoy aprendiendo aquí en Ecuador.